La exposición que se llevó a cabo entre el 6 y el 9 de julio en La Rural cerró con un balance sumamente positivo. Con una convocatoria récord de más de cien mil asistentes, las clases de cocina a pleno, productores de alimentos de todas las regiones del país, artesanías de las comunidades originarias y numerosas provincias que promovieron sus atractivos turísticos, la feria demostró que es el espacio por excelencia de la identidad argentina.

Terminó una nueva edición de Caminos y Sabores, y terminó en grande, demostrando que ya es un clásico imperdible en la agenda nacional. Los más de cien mil asistentes que desde el 6 al 9 de julio en La Rural se acercaron a los productores de alimentos regionales, indagaron en los modos de producir de los artesanos y se entusiasmaron con los destinos turísticos que promovieron las provincias presentes, dejando en claro que la feria cumple un rol central en el desarrollo de las producciones y destinos regionales argentinos.

Como todos los años, una de las estrellas de la feria son los puestos de embutidos y quesos, donde se pueden encontrar los magníficos salames de Colonia Caroya o de Mercedes, panceta de Sierra de los Padres, asado con cuero de Entre Ríos o el queso cavalo hecho con pasta hilada, de San Antonio de Areco. Además, se pudieron encontrar especialidades como miel de citrus o eucaliptos de Corrientes, mermelada de aloe de Santiago del Estero, ahumados de ciervo, ñandú y salmón de Mendoza, sal marina chubutense o té con stevia, el endulzante natural que revoluciona la gastronomía.

Las artesanías no fueron menos, y se destacaron las prendas tejidas con lana de llama y de oveja de Comunidades Unidas de Molinos, los trabajos en chaguar del monte formoseño, las joyas catamarqueñas realizadas con rodocrosita, la piedra nacional argentina, los mates en plata y alpaca con motivos gauchescos, el trabajo en cueros como el de búfalo o los cuencos y tazas realizados por las chicas de Musca Gres.

Por todo esto, Caminos y Sabores confirmó la relevancia que cumple en la promoción de de los emprendimientos de agregado de valor en origen en todas las regiones del país, y la importancia de fortalecer el crecimiento de las producciones locales y su inserción en el mercado masivo porteño.

Evento cultural
Además de brindar la posibilidad de encontrarse cara a cara con productores de todo el país, la feria sostiene en cada uno de sus stands que los alimentos, así como las artesanías, son un signo de nuestra cultura. Por eso, Caminos y Sabores le propuso al público numerosas actividades que exceden lo comercial. Y los visitantes, entusiastas, no dejaron espacio sin colmar.

En las clases de cocina –donde chefs de todo el país presentaron sus innovaciones- nadie se quiso perder clases como la de Lisandro Martínez y Gunther Moros que, a cargo de los sabores misioneros, prepararon un pacú al horno sobre emulsión de mamón, o el “caipimate”, una variedad de la tradicional caipirinha, con licor de mate, menta y caña”, resaltó. Desde la Patagonia, los chubutenses Martín Moroni y Tomás Urturi prepararon un lomo de guanaco curado en cacao con salsa de nabos silvestres y una merluza negra marinada en té artesanal con papas coloradas cordilleranas. Y desde la Puna, Magda Choque Vilca hizo un recorrido gastronómico en el que recuperó la alimentación de la época independentista.

En los talleres de elaboración de alimentos regionales los mismos expositores mostraron cómo preparan los alimentos que producen. Por eso, los asistentes pudieron aprender a elaborar cerveza artesanal, el pan de campo la Laguna de Lobos, bolas de fraile de Vuelta de Obligado o a cocinar sin gluten.

Además, todos los días hubo un espacio de huerta a cargo de Bottega Italiana, donde el equipo de voluntarios de Huerta Niño enseñó a preparar una huerta hogareña, para que cada uno pueda comenzar a comer de la propia cosecha.

Arte y alegría
Caminos y Sabores fue, ante todo, una fiesta para los sentidos, y además de los expositores, las clases y el espacio de huertas, en la feria hubo arte. Con la participación del artista plástico Pedro Roth como curador, numerosos artistas rindieron homenaje a los alimentos, con una performance denominada “El Banquete Americano” que consistió en la intervención de un mural de 8 metros de ancho por 2 de alto que luego será parte de un libro que incluye la mirada artística a través de dibujos y textos con información sobre los más de 40 productos americanos que nutren al mundo.

Otro de los platos fuertes fue sin dudas el aporte de los músicos del interior. El cantor jujeño Memo Vilte, por ejemplo, alegró a toda la concurrencia con su repertorio de carnavalitos y sonidos andinos. También estuvo el dúo de guitarras santiagueño conformado por Juan Bustos y Nacho Villagra, que se presentó en la plaza del encuentro a puro ritmo de chacarera, y orquestas como La Caballito Mambo Club, que presentaron músicos de Argentina, Perú, Colombia y Venezuela y fusionaron los ritmos de todo el continente.

Experiencia de Sabor
La feria contó además con un concurso que premió los mejores sabores. Un jurado compuesto por testeadores no videntes especializados en análisis sensorial evaluó la calidad de quesos de vaca y cabra semiduros, dulces de leche y aceites de oliva. Experiencia de Sabor, el concurso organizado por Caminos y Sabores y la consultora STG, tuvo récord de participación, con 26 productos de 8 provincias distintas, y definió que en queso de cabra de pasta semidura el ganador fue Los Nadis, de San Luis; en queso de vaca de pasta semidura, el premio fue para la tucumana Finca los Sueños; el mejor aceite de oliva fue el de Sabor Pampeano, de la provincia de Buenos Aires, y el mejor dulce de leche, al igual que el año pasado, fue el de los productores salteños de Campo Quijano.

Caminos y Sabores contó con el auspicio del Instituto Nacional de Tecnología Industrial (INTI), la Fundación Export.Ar, el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA), la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y Alimentación (FAO).